jueves, noviembre 10, 2005

De la mujer mas linda de Buenos Aires al reflejo de mi abuelo...

Buenos Aires es una ciudad mágica, aunque la rutina y el vértigo cotidiano nos impidan verlo. Solo un segundo de lucidez o un momento de iluminación bastan para notarlo. Se corre el velo gris y ahí esta: El momento mágico que nos regala la ciudad...

Me pasó recién, por eso estoy tratando de contárselos. Aunque sé que no me leen. Aunque sé que no voy a poder contárselos del todo.

Primero fue ella. No les exagero si les digo que acabo de ver a la mujer mas linda de Bs. As. Fueron apenas 3 segundos... Pero era portadora de ese tipo de belleza que te impregna, que queda flotando en el aire durante un tiempo... Esa belleza que puede respirarse, que duele y que hace que no te quepa el corazón en el pecho.

Ahí nomás apareció el.

El Sr. que no paraba de quejarse. Un sinfín de preguntas y cuestionamientos que se desplazaban por el local arrastrando los pies. Perdí la batalla contra la melancolía y me inundó el recuerdo de mi abuelo.
La Razón (O lo poco que queda de ella) enseguida intentó ponerme otra vez en mi lugar. "No puede ser tu abuelo. Además, todos los viejos se parecen".
La desoí... Solo aguanté unas décimas de segundo... Giré mi cabeza y lo vi. No se parecía a el, pero era. Me miró, sonrió y me guiñó un ojo. Solo pude esbozar una pequeña sonrisa, aunque hubiese querido decirle todo lo que lo extraño.
Miró al cajero, tiró su última queja sobre el mostrador y salió. Se fue arrastrando los pies. Como se iba siempre. Como, a veces, vuelve.
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