martes, septiembre 22, 2009

Christine

Now she's in purple
Now she's the turtle



Cuando puso el papel en la máquina, todavía creía que iba a escribir sobre ese fugaz encuentro.
Pero cuando vio la hoja en blanco la historia se desvaneció. Sintió que el fortuito cruce no había tenido nada de mágico y que los ojos de ella solo lo sorprendieron por que ya no los recordaba. Otra musa borrosa, otro cuento inerte, otra fantasía adolescente y estupida.
Llenó la mitad de la hoja con letras al azar, un poco para hacer tiempo mientras terminaba el pucho y otro porque la palidez del papel le parecía una sonrisa burlona.
Apagó el cigarrillo sobre uno de los tantos que colmaban el cenicero y subió a acostarse.
Le generó curiosidad la forma en la que yacía su –ocasional- compañera: era físicamente imposible que un cuerpo tan pequeño ocupara casi completamente las dos plazas de la cama. Con precisión quirúrgica le extirpó su almohada de siempre y se acomodó donde pudo.
Antes de ser vencido por Morfeo, recordó una vez mas aquel encuentro. La vio sonriente, caminando con esa calma tan… de ella. Vio también sus ojos y no entendió como había podido olvidarlos. ¿Que clase de imbecil es capaz de tal crimen? pensó.
Pero lo que mas nítido volvió de aquella milésima de su vida, fue un roce. Si, una caricia mínima que ella dejo caer sobre uno de sus hombros antes de irse; algo que excedía a la cortesía corriente del saludo; una suerte de invitación sutil a su mundo, a su cielo.
Trató desesperado de aferrarse a ese instante para hacerlo sueño, pero fue arrastrado por el agujero negro…



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