Revuelvo la caja con la certeza de que cada foto es un tesoro. Un pasaje al sol, un bar de viejos, la siesta en el pasto, el agua en la cara, un tango violento, un gato arisco, viajar en hamaca, un cine chiquito…
Esa constante sensación de que viniste a ponerle luna a los baldíos. Como si la felicidad pisara charcos con botas de lluvia.