Se quiebra en el punto exacto en el que debe.
Con la lluvia acompasada de fondo.
Perfecta coreografía emocional
la de los personajes de esa película que nadie rueda.
No vuelven. No sienten. Ni los charcos los reflejan.
Se quiebra en el punto exacto en el que debe.
Con la lluvia acompasada de fondo.
Perfecta coreografía emocional
la de los personajes de esa película que nadie rueda.
No vuelven. No sienten. Ni los charcos los reflejan.
Solo puedo escribir letras chiquitas,
por que me nubla tu estela.
No se si fue por la velocidad con la que lo chocaste,
pero mi mundo se redujo a un gesto tuyo.
Se desprenden de mi un montón de seres chiquititos. Y me (m)atan.
Floto boca abajo en un río de cartones tibios y turquesas.
El abuelo asoma la sonrisa desde la cima del diario La Nación.
Mientras me arrastra un remolino de voces que conozco y no recuerdo.
Cartel rojo, vuelta al viento.
El encanto de soñar a 800 kilómetros la hora.
Estos días de frío, desde lejos, pienso las cosas distinto.
Duermo las ideas en charcos congelados para que despierten frescas.
Veo mas claro que hay bosques tapando al árbol. Que hay soles encandilando que no entibian.
Con paciencia destejo abrigos para ver en la punta de que ovillo empieza todo.
Y escribo carillas impares para que leas a la vuelta.