Todo iba según lo planeado. La fuga perfecta estaba a punto de concretarse. Sin culpas que expiar ni remordimientos de madrugada. Hasta que apareció ese señor en la calle Lavalle.
Como no reparar en el o en esa luz que lo envolvía?… Aun puedo ver el resplandor de su barba cuando cierro fuerte los ojos. Un ángel descalzo tocando su flauta solo para mí… con un barril y la lluvia como única escenografía.
Eso y el brillo de sus ojos… Su mirada me siguió hasta el taxi… y me recordó que no hay evasión posible…