En su valle

En el sueño me entrego al anhelado viaje
Un poeta presta su nombre y hace, de a versos, el sendero
Ni el marco ni el lienzo distraen la mirada:
Tan austero se vuelve el mundo cuando ella lo desanda
Silencio de Otoño... sus pasos son el eco que el cerro añora...
Apenas testigo, suspiro vapores... Me asalta (y abriga) una cálida certeza:


El paraíso es ahí... Ahí, detrás de su puerta.

Ganas listadas...

Siestar el invierno con la tibieza de su mano

Devolverle el color a esos ojos... matar al sepia

Y que un día despertar sea encontrarla, no perderla...

En calma

El encuentro se produce ahí, en la burbuja. Y el mundo se hace a un lado para que se perciban mejor.

Con amable torpeza se prestan al juego. Se hamacan cada vez mas alto... casi se besan las puntas de sus pies. Un vértigo cansino marca el paso. Danzan entre la intimidad y la distancia. Se encuentran al final del laberinto... se funden en el mas tierno silencio.

Desde afuera alguien grita que fue mucho, que es hora de entregarse al sueño.

El la soñará despierto. Cultivando su ceguera... perdiendo la vista en un cuaderno.

Ella, imagino, suspirará universos. La abrazará una tímida sonrisa... Su belleza opacará la luz de mil ángeles...

. . .

Lluevo veloz, violento...
surco la luz de tu calle bramando...
estallo furioso mi vida contra tu ventana...
logro que pienses en mi un instante...

Vos.....

Pasa el mundo por callao y saluda con una reverencia

Tres líneas del libro y magia:

dibuja tus ojos el humo de todas las tazas

Mi tarde se abre en tímida sonrisa y te sienta a la mesa

Siento abrigo soplando del norte