En el sueño me entrego al anhelado viaje
Un poeta presta su nombre y hace, de a versos, el sendero
Ni el marco ni el lienzo distraen la mirada:
Tan austero se vuelve el mundo cuando ella lo desanda
Silencio de Otoño... sus pasos son el eco que el cerro añora...
Apenas testigo, suspiro vapores... Me asalta (y abriga) una cálida certeza:
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