Me cuesta pero lo logro. Se calla… mejor dicho, la callo. La escondo en el fondo, cinco o diez minutos. A veces menos.
Pero se escapa…
Sale de ese rincón oscuro donde pretendo que duerma. Sale y se saca la mordaza. Y grita; grita mas fuerte que nunca. Y se queda ahí… Y activa la culpa… Y rapta a mi sueño… Se hace dueña de todo.
Hasta que se cansa….
Ya no grita… Ya no hiere… simula estar dormida, pero sigue ahí. Agazapada… atenta… siempre en guardia. A la espera de que alguna injusticia la sacuda. Sabiendo que yo intentare callarla. Con una moneda o dos o diez.
Me tortura la ambigua sensación de querer ahogarla y de saberme despreciable sin ella.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario